No se trata de una mirada paternalista y condescendiente hacia los más pobres, sino de ver desde cerca un estilo de vida único y peculiar y unas vistas fascinantes desde los más elevados cerros de la ciudad. Desde que la policía ocupó algunas de las comunidades de la ciudad y ya no hay narcotraficantes armados por sus calles y sí vecinos trabajadores, que siempre fueron la mayoría de la población, el turismo ha descubierto esta nueva experiencia y lo ha hecho para quedarse. Hay varias favelas que ofrecen aventuras únicas para el visitante, pero hoy en día tan sólo dos de ellas garantizan al 100% la seguridad del visitante.
SANTA MARTA
Santa Marta fue la primera favela en ser pacificada en 2008, es también
una de las responsables de que el mundo las conozca visualmente. En ella se grabó el videoclip de Michael Jackson 'They don't take care about us' y una estatua y un mosaico en la parte más alta de la comunidad lo recuerdan, justo al lado de una simpática tiendecita de souvenirs.
Para subir, hay que tomar un pequeño teleférico a la
entrada de la favela, aunque hay guías turísticos al pie que te
acompañan en la visita por un precio módico. De todos modos, no es el
legado del difunto músico estadounidense lo mejor de esta pequeña favela
multicolor ubicada por encima del barrio de Botafogo, sino unas espectaculares vistas justo debajo del Cristo Redentor hacia la Lagoa y la bahía de Guanabara, donde desembarcaron los primeros europeos que llegaron a la ciudad. Para llegar, basta con bajarse en el metro de Botafogo y preguntar por la favela, que está ubicada en la calle São Clemente. O bien quedar con un guía local usando la información del blog de la favela.
VIDIGAL
Consolidada como la favela cool de Rio de Janeiro, se ha convertido en un barrio alternativo con tanta oferta de ocio como algunos de sus barrios de asfalto. El sushi Fénix o el bar argentino Las Empanadas (son muy baratas) son la mejor oferta gastronómica del barrio por la noche y el Laku Laku tiene uno de los mejores almuerzos en relación calidad-precio de la ciudad.
Los bares del Atelier y del Brechó ofrecen ambientes chill-out muy auténticos.
Todos estos bares y restaurantes se ubican en diferentes alturas de la
calle principal de la ciudad, siguiendo recto desde la plaza de entrada.
Dicha plaza se ubica en la Avenida Niemeyer, que
conecta los barrios de Leblon y São Conrado. Se puede llegar desde
diversos puntos de la ciudad en autobuses urbanos como el 360 o el 177.
El Vidigalbergue o el Mirante do Avraão (recién abierto y con excelentes vistas) son las mejores opciones para quien quiera directamente hospedarse en la favela.
El primero se encuentra a un minuto de la parada de autobús de la
Avenida Niemeyer, a la altura de una pasarela azul fácilmente
reconocible. El segundo, en la parte más alta de la favela, lo cual
requiere un poco más de tiempo y transporte (se puede subir en taxi o en
el servicio local de mototaxi).
Al lado de Mirante do Avraão está una de las mejores casas de fiestas de la ciudad. El Alto Vidigal, albergue y discoteca al aire libre, multiplica
las revoluciones de una favela tranquila al ritmo de dubstep, soul o
eletrónica con una de mejores vistas de la ciudad. No olvidarás jamás el
amanecer desde allí al final de la sesión, al ritmo de Disclosure o de James Brown. A poco que uno ande por esa zona alta, se adentra en la selva y se enfila al pico de Dois irmãos (preguntar en el mismo Vidigalbergue cómo se llega hasta allí), con una vista casi total de la ciudad.
Vidigal es el lugar más adecuado para recibir esa sobredosis de estímulos encontrados
en que se mezclan roca maciza de cierro, ladrillo en carne viva de
favela siempre a medio construir, canciones de samba y gritos de niños
jugando en las calles, pequeñas cometas volando, mar, selva y perspectiva de los altos edificios de Ipanema bañados por el sol. Poco más se puede pedir.
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